La muerte es una Gran Maestra de Vida. Nos enseña que no es suficiente para los humanos el simple hecho de estar vivos, sino que debemos aprender a desear estarlo.
El tener conciencia sobre la fecha de “caducidad” aproximada
no tiene por qué ser un elemento de angustia o miedo ante el inevitable trance,
sino más bien un elemento motivador, que nos empuje a aprovechar al máximo nuestra efímera
existencia en este plano físico.
Este hecho por tanto, la fatídica pandemia, ya tiene su primer lado positivo, nos brinda esta reflexión que quizás de otra manera hubiera pasado completamente inadvertida. La vida y la salud misma suben unos cuantos peldaños en nuestra escala de valores, aprender a respetarnos, a cuidarnos, a respetar y a cuidar, pasa a ser algo primordial, de vital importancia, y eso es bueno porque enriquece el espíritu.
Esta crisis mundial nos ha “descolocado” para volver a
“colocarnos”. Es el orden dentro del caos. Nuestro lugar, nuestra percepción de
lo qué la vida es, su valor y su fragilidad
han tomado otro significado, más profundo, más auténtico.
Dicen que el ser humano solo valora lo que tiene cuando lo pierde. Y estamos en época de pérdidas. Ahora me viene a la cabeza una frase que repetía mucho el Maestro Chen Man Ching, “Invertir en pérdidas”. En el Tai-Chi, como en la vida, hemos de aprender a “invertir en pérdidas”, en Tai-chi las “pérdidas” consisten en caerse mucho, perder el equilibrio muchas veces, para aprender a mantenernos de pie luego bien enraizados, ser firmes y ser flexibles a la vez, con la vida sucede igual, porque “perdiendo” es como aprendemos, a estar de pie, a levantarnos tras “el golpe” o los golpes de la vida. Parece contradictorio, roza lo absurdo y no debería ser así, pero parece que en muchos casos así funciona nuestra psique.
"La Vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia"La vida y la adversidad nos enseña a madurar, a soltar el
ego, a entregarnos a las experiencias y aceptarlas, a encontrar nuestro centro,
nuestra autenticidad, nuestro amor propio, reconocer quienes somos, cuál es
nuestro cometido, decidir que queremos dar de nosotros al mundo, descubrir
nuestra “pasión” o pasiones en la vida, es en la adversidad donde aprendemos a
valorar y disfrutar de cada momento, porque es único e irrepetible, y porque es
frágil, fugaz, y verdaderamente mágico. Aprendemos a adaptarnos, a ser
resilientes, a resurgir de nuestras “cenizas”, a convivir con la “pérdida”.
Vivimos de espaldas a la muerte, no nos enseñan a convivir
con su presencia, se tapa, se borra, se disimula, no nos enseñan a mirar sus
ojos, esa mirada cómplice que bien “vista” puede convertirse en guiño, en un
susurro que nos habla desde el interior, “vive ahora, disfruta, valora lo
importante, y vive sin miedo”.
Por supuesto que no es imprescindible perder la salud para
aprender a valorarla, ni que las personas que la han perdido no sintieran ya
esa pasión por la vida anteriormente, no es eso, pero seguro que todas esas
personas que han superado un “golpe” duro, aprenden a “estar de pie” y con más
aplomo y alegría que la mayoría de las que no. Por eso me gustan, me conmueven y
suscitan mi admiración esas personas especiales, que me gusta llamar con cariño
”ave fénix”, que se alzan al cielo victoriosas después de tocar fondo. Mi más
profundo sentido de admiración y gratitud por su gran lección, de valentía y
entereza.
Y es que hay tantas circunstancias, incluso peores que la
muerte misma, a las que el ser humano puede verse expuesto, que es mejor no
recordarlas. En fin, la vida puede ser muy miserable, por eso, los que tenemos
la suerte de no haber vivido nunca tales circunstancias extremas, les debemos y
nos debemos un respeto. Me viene a la cabeza el libro del chico de Ghana
(curiosamente) la epopeya de Ousman Umar “Viaje al país de los blancos”.
Tomar conciencia de lo valioso de cada instante, sabiendo que
podríamos no tenerlo, de cada aliento, que podríamos no exhalar, de cada
sonido, que podríamos no escuchar, de cada palabra que podríamos no pronunciar,
de cada sabor que podríamos no degustar, de cada atardecer que podríamos no
contemplar, por eso necesitamos un guiño constante de nuestra fatídica compi,
para que no se nos olvide nada, y no demos nada por hecho, la vida es un regalo
maravilloso.
¡¿Qué Ganas?!
Ganas Salud, subiendo la autoestima, descubriendo las
experiencias que nos hacen sentir plenos/as, cuidando los hábitos, la
alimentación, revisando las creencias inculcadas que nos limitan, evitando los
juicios, los pensamientos negativos que
nos debilitan, haciendo ejercicio (me han dicho que practicar Tai-Chi y Chi-kung es fabuloso :), y en definitiva
disfrutando de las pequeños detalles del día a día, de un saludo amable, de una
sonrisa, una bonita canción, leer un buen libro o escuchar una buena charla,
todo esto es cuidar la salud.
Ganas Paciencia, aprendiendo a escuchar a los demás,
empatizando con las emociones ajenas, con los sentimientos de los demás.
Meditando, observando, estando en silencio, sin juicios innecesarios, aceptando
todo tal cual es. La paciencia es aceptar el ritmo natural de las cosas, sin
alterarlo.
Ganas Vida, tomando conciencia de lo valiosa que es la vida
en sí misma, la de todos los seres vivos del planeta. Ganas vida cuando
aprendes a maravillarte con todo lo bello, que está en todas partes. Cuando
aprendes a “degustar” y “saborear” los matices delicados que nuestra naturaleza
sensible nos brinda, ganas vida disfrutando de cada momento de presencia,
sintiéndote en plenitud y en paz contigo mismo/a, ganas vida cuando le pones
ganas a la vida.
Si haces lo que debes,
si te sientes satisfecho por ser quien eres, por intentar superarte día a día, por
dar lo mejor de ti, entonces, cuando llegue tu hora, quizá puedas sonreír desde
el presente al pasado y aceptar sin más el tránsito hacia quién sabe, otra
dimensión.
Todo son suposiciones, mis creencias personales, y valga
decir, que me gustaría mucho poder debatirlas con vosotros/as, saber qué
pensáis al respecto, y darle luz a estos temas tan tabú en nuestra sociedad. Me
gusta pensar y escribir en voz alta, no pretendo ofender a nadie.
Siento que una buena muerte debería ser así, una transición
tranquila y relajada, un viaje de ida
hacia las estrellas.
Una vez Kiko, un monje budista que residía y dirigía el
centro Budista de Tushita en el Montseny, excepcional persona, donde hacía los
cursos intensivos de Tai-Chi, nos explicaba bajo su árbol favorito que los
seres que vivimos en el primer mundo, sin guerra, ni hambrunas, ni desastres
naturales, tenemos la obligación de ser felices y hacer lo que sea necesario para
ello, porque podemos, está en nuestras manos, y no le faltaba razón. Yo añado
que además ahora se lo debemos a todos los que no han podido terminar su
proceso evolutivo natural, por haber sido víctimas de la pandemia, por ellos y
ellas, se merecen nuestra felicidad.
Solo nos queda ponerle Ganas a la vida, alimentar esas ganas
con actitud positiva, con entusiasmo, con nuevas y renovadas ilusiones, sin
miedos. Que cuando hagamos nuestro último viaje, podamos respirar
tranquilos/as, sabiendo que Ganas, no nos han faltado.
Tú decides en este juego de la Vida, “tus ganas” siempre.
Felices Navidades! Disfrutad de las comidas íntimas, de las
charlas sosegadas, del bailoteo en casa, y del buen cava, con ganas, y
equilibradamente. Os deseo muchas Ganas e ilusión para este nuevo año 2021.
Un abrazo cálido
Alicia