miércoles, 23 de septiembre de 2020

AMAR ES SOLTAR

            

Amar es soltar.

Esta frase lleva unos días apareciendo en mi mente en los momentos más inesperados, como los momentos de meditación en los que se supone la mente debe permanecer en blanco. No sucede así, pues la mente ha evolucionado precisamente para lo contrario, elaborar pensamientos de todo tipo, así que debemos también reconocer y aceptar esta naturaleza pensante.

No me gusta flagelarme por lo que considero es natural en el ser humano, pensar, desear, tropezar,  equivocarse. Prefiero observarme como si yo misma fuera mi propia mami, y perdonar mis errores, intentar corregirlos y sobre todo, apoyar mis aciertos. Lo de los dos besos en la propia mejilla la verdad es que funciona, sin caer nunca en los excesos de la soberbia o prepotencia, ni más que nadie, ni menos tampoco. Lo llamo equidad con una misma.

A la mente le complace ensoñar, contemplar, mecerse, reducir su nivel de pensamiento ordinario hasta los mínimos, dejarse llevar, sin juicios, sin dudas, sin resistencias ni culpa.

Cuando la mente se vacía (se relaja el shen) el corazón toma su espacio y se abre, y es en ese espacio abierto donde suceden los pequeños milagros, donde se sienten cosas, se piden cosas, se comunica uno con su yo más profundo. Se resuelven también muchos temas, y aparecen frases, como mensajes que nos quieren decir algo importante.

Se trata de escuchar.  Al igual que cuando dormimos, la mente inconsciente va resolviendo y haciendo la criba necesaria para nuestra supervivencia, la mente ensoñadora también tiene sus regalos, pero hay que cerrar los ojos, respirar relajadamente, abrir el corazón, y escuchar nos.

En mi última ensoñación aparece esta frase reiteradamente, por algo será, el mantra del otoño me ha encontrado. Os lo quiero compartir.

Amar es soltar, y soltar es de alguna manera renunciar. Para amar bien, hemos de aprender a renunciar también al ser amado, incluso al bien amado, aunque amar a una cosa material me parece un poco too much, sería más valorar o apreciar, pero la actitud de renuncia debería desarrollarse del mismo modo.

Me explico. Tengo un ejemplo muy cercano y muy presente en mi vida, hay pensamientos que nacen en el corazón, y sentimientos que se racionalizan, este último no fue el caso. Cuando nació mi hijo.  Ese momento único e irrepetible de mi vida no lo olvidaré jamás. Fue una relación de 9 meses sin vernos las caras, así que teníamos ganas de conocernos en persona. Cuando apareció ante mí, el amor que ya sentía se vio desbordado por algo mucho más grande, inimaginable para mí. Sentí que mi corazón me hablaba, me susurraba (después de la presentación face to face) y directamente, con el pensamiento se lo dije todo.

Algo como esto, sucedió hace ahora 15 años. La memoria puede no ser literal, pero no olvida lo importante.

“Querido Iván, que alegría de ver tu carita por fin! Y que descanso por Dios! Ya estás aquí, y ahora no sé cómo lo voy a hacer, perdóname antes de empezar a criarte como Dios manda, soy novata, lo haré lo mejor posible, pondré todas mis ganas y atención en que no te falte de nada. Moveré cielo y tierra, y si fuera necesario, entregaría ya mismo hoy mi vida”.




Esto así para empezar.

Seguidamente, y después del subidón, otro susurro apareció en mi corazón. “Te amo profundamente, eres parte inseparable de mi vida, pero no eres mío, no me perteneces, eres del universo, de donde proviene toda tu materia prima. Te cuidaré, te guiaré, te apoyaré y te corregiré cuando sea necesario, pero renuncio a ti como parte de mi, tu eres ya dueño de tu alma, de tu proceso vital, de tus pasos en la vida, así que adelante, entre los dos nos ayudaremos a evolucionar, ¿por eso has venido verdad?”

Y acto seguido me pareció entrever justo al final de esa pregunta una sonrisa que iluminó mi alma.




Amar es soltar. Amar es respetar. Amar es liberar. Amar es evolucionar.

Amar es renunciar, porque sin renuncia solo hay apego, y el apego es lo contrario a la libertad. Si te apegas a algo o alguien dejas de ser libre, creas una necesidad, y las personas, necesitar necesitar, solo necesitamos comer, beber y respirar para existir.

Amar es respetar, respetar las decisiones, respetar el libre albedrío, respetar las equivocaciones. Por eso hay que hacer un trabajo previo con uno mismo, si no somos capaces de aceptar nuestros errores, menos aún los de nuestros hijos. Un desastre.

Amar es liberar, liberar a la otra persona de tus propios miedos e incertidumbres. Es liberarla de tu pasado, de tus cargas emocionales. Es darle espacio, su espacio para crecer, para desarrollarse, para disfrutar de la vida. No hay nada más liberador que tratar con personas que se sienten libres (siéndolo o no). Para mí.

Amar es evolucionar. Cuando amamos incondicionalmente, estamos creciendo, evolucionando, nos olvidamos un poco de nosotros mismos (a veces en exceso cabe decir) pero de eso se trata, de vernos en el espejo de los ojos de la persona, de cuidar  nuestros pensamientos, subirlos a otro nivel, de gratitud, de generosidad, de entrega y sinceridad. Cuidar nuestras palabras, expresar nuestros sentimientos de forma natural, clara, sin miedos, son nuestros y son valiosos, y pugnan por salir.  Y por supuesto, cuidar de nuestros actos, que son claramente los que nos definen y los que marcan la diferencia entre los que dices ser, y eres en realidad.

Amar bien no es fácil, pero si algún sentido tiene la existencia, es sin duda este, aprender a amarnos, y respetarnos, y liberarnos  los unos a los otros si, empezando por uno mismo.

Y por último, Gracias Iván por formar parte de mi vida y haberme enseñado tanto de mi misma, y sobre todo, por aceptarme tal cual soy. Y Felicidades en breve por tu 15 cumpleaños, han pasado como un soplo, será porque lo hemos pasado bien!

Feliz Otoño,

Amaros mucho y amaros bien,

Un abrazo cálido,

Alicia