Amar es soltar.
Esta frase lleva unos días apareciendo en mi mente en los momentos
más inesperados, como los momentos de meditación en los que se supone la mente
debe permanecer en blanco. No sucede así, pues la mente ha evolucionado
precisamente para lo contrario, elaborar pensamientos de todo tipo, así que
debemos también reconocer y aceptar esta naturaleza pensante.
No me gusta flagelarme
por lo que considero es natural en el ser humano, pensar, desear, tropezar, equivocarse. Prefiero observarme como si yo
misma fuera mi propia mami, y perdonar mis errores, intentar corregirlos y
sobre todo, apoyar mis aciertos. Lo de los dos besos en la propia mejilla la
verdad es que funciona, sin caer nunca en los excesos de la soberbia o
prepotencia, ni más que nadie, ni menos tampoco. Lo llamo equidad con una
misma.
A la mente le complace ensoñar, contemplar, mecerse, reducir
su nivel de pensamiento ordinario hasta los mínimos, dejarse llevar, sin
juicios, sin dudas, sin resistencias ni culpa.
Cuando la mente se vacía (se relaja el shen) el corazón toma su
espacio y se abre, y es en ese espacio abierto donde suceden los pequeños
milagros, donde se sienten cosas, se piden cosas, se comunica uno con su yo más
profundo. Se resuelven también muchos temas, y aparecen frases, como mensajes
que nos quieren decir algo importante.
Se trata de escuchar. Al igual que cuando dormimos, la mente
inconsciente va resolviendo y haciendo la criba necesaria para nuestra
supervivencia, la mente ensoñadora también tiene sus regalos, pero hay que cerrar
los ojos, respirar relajadamente, abrir el corazón, y escuchar nos.
En mi última ensoñación aparece esta frase reiteradamente,
por algo será, el mantra del otoño me ha encontrado. Os lo quiero compartir.
Amar es soltar, y soltar es de alguna manera renunciar. Para amar bien,
hemos de aprender a renunciar también al ser amado, incluso al bien amado,
aunque amar a una cosa material me parece un poco too much, sería más valorar o
apreciar, pero la actitud de renuncia debería desarrollarse del mismo modo.
Me explico. Tengo un ejemplo muy cercano y muy presente en mi
vida, hay pensamientos que nacen en el corazón, y sentimientos que se
racionalizan, este último no fue el caso. Cuando nació mi hijo. Ese momento único e irrepetible de mi vida no
lo olvidaré jamás. Fue una relación de 9 meses sin vernos las caras, así que
teníamos ganas de conocernos en persona. Cuando apareció ante mí, el amor que
ya sentía se vio desbordado por algo mucho más grande, inimaginable para mí.
Sentí que mi corazón me hablaba, me susurraba (después de la presentación face
to face) y directamente, con el pensamiento se lo dije todo.
Algo como esto, sucedió hace ahora 15 años. La memoria puede
no ser literal, pero no olvida lo importante.
“Querido Iván, que alegría de ver tu carita por fin! Y que
descanso por Dios! Ya estás aquí, y ahora no sé cómo lo voy a hacer, perdóname antes
de empezar a criarte como Dios manda, soy novata, lo haré lo mejor posible,
pondré todas mis ganas y atención en que no te falte de nada. Moveré cielo y
tierra, y si fuera necesario, entregaría ya mismo hoy mi vida”.
Esto así para empezar.
Seguidamente, y después del subidón, otro susurro apareció en
mi corazón. “Te amo profundamente, eres parte inseparable de mi vida, pero no
eres mío, no me perteneces, eres del universo, de donde proviene toda tu
materia prima. Te cuidaré, te guiaré, te apoyaré y te corregiré cuando sea
necesario, pero renuncio a ti como parte de mi, tu eres ya dueño de tu alma, de
tu proceso vital, de tus pasos en la vida, así que adelante, entre los dos nos
ayudaremos a evolucionar, ¿por eso has venido verdad?”
Y acto seguido me pareció entrever justo al final de esa
pregunta una sonrisa que iluminó mi alma.
Amar es soltar. Amar es respetar. Amar es liberar. Amar es
evolucionar.
Amar es renunciar, porque sin renuncia solo hay apego, y el apego es lo
contrario a la libertad. Si te apegas a algo o alguien dejas de ser libre,
creas una necesidad, y las personas, necesitar necesitar, solo necesitamos
comer, beber y respirar para existir.
Amar es respetar, respetar las decisiones, respetar el libre albedrío,
respetar las equivocaciones. Por eso hay que hacer un trabajo previo con uno
mismo, si no somos capaces de aceptar nuestros errores, menos aún los de
nuestros hijos. Un desastre.
Amar es liberar, liberar a la otra persona de tus propios miedos e
incertidumbres. Es liberarla de tu pasado, de tus cargas emocionales. Es darle
espacio, su espacio para crecer, para desarrollarse, para disfrutar de la vida.
No hay nada más liberador que tratar con personas que se sienten libres
(siéndolo o no). Para mí.
Amar es evolucionar. Cuando amamos incondicionalmente, estamos creciendo,
evolucionando, nos olvidamos un poco de nosotros mismos (a veces en exceso cabe
decir) pero de eso se trata, de vernos en el espejo de los ojos de la persona,
de cuidar nuestros pensamientos,
subirlos a otro nivel, de gratitud, de generosidad, de entrega y sinceridad.
Cuidar nuestras palabras, expresar nuestros sentimientos de forma natural,
clara, sin miedos, son nuestros y son valiosos, y pugnan por salir. Y por supuesto, cuidar de nuestros actos, que
son claramente los que nos definen y los que marcan la diferencia entre los que
dices ser, y eres en realidad.
Amar bien no es fácil, pero si algún sentido tiene la
existencia, es sin duda este, aprender a amarnos, y respetarnos, y liberarnos los unos a los otros si, empezando por uno
mismo.
Feliz Otoño,
Amaros mucho y amaros bien,
Un abrazo cálido,
Alicia